domingo, 5 de julio de 2015

Después del “desarrollo”: “el buen vivir” y las perspectivas feministas para otro modelo en América Latina.

ANTECEDENTES

Puede decirse que el ‘buen vivir’ aparece como posible paradigma alternativo con el nuevo siglo, cuando la proliferación de ‘post’ es el indicio más contundente de crisis y agotamiento, pero sin llegar a articular una salida o respuesta: desde el post-neoliberalismo y post-desarrollo, hasta la
post-ciencia y post-universidad.

El ‘buen vivir’ en su formulación básica pone el acento en la relación armónica e integral entre los seres humanos y la naturaleza. Resulta convergente y se nutre de análisis y propuestas avanzadas ya desde hace décadas por la economía feminista y la ecologista, que han cuestionado las nociones de economía y riqueza en sus formas predominantes clásica y neoclásica, y que postulan la sostenibilidad ambiental y humana como centrales e indisociables.

En la última década del siglo XX, la perspectiva del desarrollo humano significó un importante desplazamiento al situar a las personas, a las capacidades, oportunidades y libertades humanas por encima o a la par del ingreso, el consumo, el crecimiento, la acumulación. Fue un enfoque de indudable utilidad para reubicar la reproducción, el cuidado, los trabajos de las mujeres, la redistribución. En su traslado hacia políticas públicas, sin embargo, se ha ido tornado funcional al desarrollo capitalista, compensador y hasta complementario en ‘lo social’ de sus derroteros económicos.

DESARROLLO

En la América Latina de inicios del siglo XXI, se extiende la búsqueda de visiones y políticas públicas alternativas para salir del neoliberalismo, impulsada desde gobiernos y dinámicas sociales que resisten a ese modelo y elaboran propuestas y demandas de transformaciones de fondo.

El feminismo, como perspectiva teórica y política, hace parte de estos hechos, se ha resignificado al tiempo que ha alimentado los procesos de crítica al modelo neoliberal, enfatizando especialmente en el sentido e implicaciones de mercantilización de la vida que caracteriza esta fase de un orden económico basado en la acumulación. Igualmente, adquiere relevancia desde sus propuestas para reorientar los objetivos y estrategias de la economía hacia el cuidado de la vida en todas sus formas, hacia la sostenibilidad humana y ambiental.

La perspectiva del ‘buen vivir’ lleva a borrar o diluir los límites entre ámbitos acordados convencionalmente con distintos, como separados: la sociedad, la economía, la cultura. Por tanto, invita a reubicar a la economía como parte de un sistema único en el que es inseparable de la sociedad, de la cultura, y de la naturaleza misma, no como un campo escindido, separado, con una lógica diferente, ajena al cuidado de la vida. A su vez, desde el reconocimiento de la diversidad, lleva a valorar la dimensión económica de actores y dinámicas vistas sólo como sociales.

Para promover cambios es preciso aterrizar en la realidad. La Constitución nombra, visibiliza, reconoce y compromete apoyo para una realidad económica caracterizada por la diversidad de protagonistas, de formas de trabajo y propiedad, de lógicas de producción y reproducción. Asume una perspectiva de democratización y justicia económicas, en la cual la recuperación de lo público (estatal y no estatal) constituye un requisito, pues es necesario superar desigualdades y desequilibrios que se gestan y arraigan bajo el predominio del mercado y el interés privado.

CONCLUSION

Por tanto se debe profundizar tanto las dinámicas y procesos de reproducción de las estructuras de desigualdad social como los diversos canales de movilidad social de individuos, familias y grupos sociales.
El objetivo de todo ser humano debe ser entender las posibilidades de incremento de la calidad del empleo y mejoras sostenibles de sus vidas y de sus hijos e hijas (movilidad social ascendente) desde las condiciones específicas en que se encuentran y desde sus propias aspiraciones y expectativas.

Esta mirada hacia la diversidad socio-ocupacional nos lleva a reflexionar sobre los desafíos de la construcción de un nuevo modelo de bienestar social que no desiguale al recargar la protección social sobre esferas como la familia, la comunidad y el mercado y, sobre algunos grupos sociales como las mujeres. Proceso que implica su estrecha coordinación con la construcción de un nuevo modelo de desarrollo económico que articule crecimiento sostenible de la riqueza, distribución equitativa de recursos y oportunidades y respeto por la diversidad cultural.

BIBLIOGRAFIA

Abramo, Laís (ed.) 2006 “Trabajo decente y equidad de género en América Latina”. OIT,
Geneve. P. 23


Genero y desafíos post neoliberales, umbrales n°18 revista del postgrado en ciencias del desarrollo, Noviembre 2008, Pg 16.

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